Yo no soy la mujer de las flores secas.
Escuchen.
Cuando toco a una puerta les traigo pasto.
Una cesta me pesa
en el hombro redondo
Ay, de este hombro
donde todos sueñan
las más diversas
travesías urbanas
mares de niños
madres que claman,
claman, claman, claman
la calma.
Y mi mujer de los hombros
se sonríe en el fondo
y reza paciente
sobre su cesta futura.
1 comentario:
Escuché a la mujer.
Sus palabras y su escritura.
No, perdón, el sueño y el clamor.
No, perdón, su cesta y su sonrisa.
:-)
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