13/3/06

Bosque

Los dientes definitivos aún tienen serruchito pues son nuevitos y cortan bien. ¿Ya tan chiquita y con ganas de escribir? Uno pensaría que con ese aire de libertad no tiene una pizca de intelectual. Cuando se zambulle en el agua o en el bosque virgen uno pensaría que será nadadora o caminante. Pero pasan los años y los bosques son talados y el agua contaminada. Los dientes se hacen lisitos y los traban aparatejos que corrigen y enderezan. Y ella crece entre artilugios de desesperanza que no comprende. Comienza a escribir por las noches a la luz de un velador. El hermano le pide que apague la luz pero ella le pide más tiempo. Entonces, el hermano se resigna y aprende a dormir con la luz prendida mientras ella, sumergida en un mundo de palabras, se desentiende del día. Y ahí descubre que los libros son los bosques y el estanque de agua perdido. Y promete que alguna vez escribirá su propio bosque, su propio estanque.

2 comentarios:

Margot dijo...

Ay, no puede ser tan perfecto lo que escribiste.
Me encantó.

b. dijo...

y ese bosque resultó ser este lugar dónde es tan lindo perderse?