Ay de este afán de soñar sin memoria fija,
de aparecer en la tiniebla con una pluma de pájaro.
Aquí, en esta arena que nunca nos vio crecer
te sueño, de a fragmentos.
Un ojo es una conchilla labrada
por los dedos del mar.
¿Por qué a orillas de marzo
comienzo a declinar?
Comienzo a malograrme
como todo vino
que supo ser bueno.
No sé por qué te llamo en sueños,
para que consumes el acto que nos atañe a ambos.
Y te lleves,
finalmente,
tu fragmento añorado.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario