26/7/07

primer amor

De un torreón era yo,
-pequeño y real-
piedra que ha de durar
en el marco del tiempo.

Rehén de un erial
de lunas silvestres
yo era un poco los árboles
que buscan sombra en la suerte.

Hoy el torreón está a salvo
piedra sobre hoja tal vez.

En sus ojos escritos hallo
los que escribí una vez.

2 comentarios:

erre dijo...

Qué lindo este viaje.
Late el tiempo a la altura del diafragma.
Gracias, Flor.

Anónimo dijo...

los mismos ojos, seguramente más cansados, no dejan de ganar cierto brillo cuando se leen